jueves, 27 de mayo de 2010

623 palabritas

Hala, la continuación del primer capítulo de esta historia que me estoy animando a escribir, de la que intentaré hacer algunos capítulos más, me gustaría que fuera larga. Esta vez a petición vuestra es más corto, supongo que así será más fácil de leer. Esta historia aún no tiene título, algún día supongo que lo tendrá....Sin más preámbulos, leer :3.

...

Cogí con fuerza las pinzas. Cerré los ojos, maldiciendo el no poder también cerrar los oídos. Con la otra mano lo junté a mí, intentando así darle motivos para que no se rindiera. ¿Sería yo suficiente motivo?




Esa duda me asfixiaba, empezaba a marearme por momentos, la fuerza con la sujetaba las pinzas disminuyó considerablemente, y eso denotó en la cara de terror, de desesperación que se dibujó que se dibujó en su rostro. Él quería decir algo, lo intentaba con todas sus fuerzas, pero de sus labios entreabiertos, en los que minutos antes había percibido una gota de esperanza, solo salían jadeos que iban aumentando su velocidad progresivamente. Tenía miedo, más incluso que yo, pero lo que hizo que me odiara hasta este punto fue el saber que hasta ahora no lo había tenido, y que le había fallado, pensar que él había confiado en mí ciegamente…

Los dos sabíamos que no sería capaz.

Y no lo fui.

Comenzó a llorar, sin embargo en su semblante ya no había rastro alguno de desesperación. Su llanto era silencioso, como el de un muerto, y se mordía el labio inferior, en señal de decepción…Terminó de romperme por dentro con ese simple gesto del que aún hoy me veo imposible de culparle.

Me lo merecía.

Porque me había rendido. Ya no hurgaba en su interior en busca de un poco de esperanza. No, no lo había abandonado. Sentía que se marchaba corriendo, a pesar de notarle derrumbado en el sofá de ese piso abandonado, tan cerca de mí…Que quemaba.

Su dolor quemaba, su llanto lúgubre y muerto quemaba. Y no solo a mí: sentía como su cuerpo se reducía a microscópicas cenizas. Mientras yo me negaba a sacar la puta bala que podría salvarle, por miedo a que lo que viniera fuese peor. Me sentía tan mal al imaginar la sangre brotando…y yo sin poder detener el carmesí río que arrastraba consigo a mi vida…

Descubrí su interrogante mirada. Pedía respuestas, que iba a ser de él. Y por la frialdad de su mirada, tuve la certeza de que no temía a la muerte.

Pero yo si la temía, sentía un miedo atroz a que se deslizara entre mis manos como arena.

No, no quería perderle. Y no lo haría. Nunca había estado en mis planes.

Mi miró extrañado de la repentina decisión y fortaleza que desprendía cara poro de mi piel.

Yo le devolví la mirada, pidiéndole, mejor dicho, suplicándole perdón por haber sido tan extremadamente idiota. Como siempre, como el siempre que yo conocía, no hicieron falta palabras, simplemente lo levanté en peso, y lo cargué hasta el coche, que permanecía aún aparcado en la entrada, no sin antes coger una pistola ligera y engancharla como pude en mi cinturón.

Al salir del ruinoso portal, me sorprendió la escasa luminosidad. La lluvia se había extinguido hace rato, dejando como testigos un rastro de aceras mojadas y el mágico olor de la lluvia. Una hilera de farolas alumbraba la calle, como podía, pues la mayoría de estas estaban apedreadas.

Llegué al Mercedes negro con él en brazos. Cada vez el peso repercutía más en mis cansados brazos. Cuando me disponía a tumbarlo en los asientos de atrás, habló.

-Nh…No…voy delante…- lo ordenaba, aunque por su extinto tono de voz, más parecía una sugerencia.

Me obligué a superar la sorpresa inicial. Volver a escuchar su profunda y grave voz…al fin, después de tanto tiempo, fue para mí el mayor de los alivios, pero sabía perfectamente que eso no significaba nada de nada, que lo estaba perdiendo…

Porque cada vez se aflojaba más la mano que rodeaba la muñeca.

Lo deposité suavemente, con dulzura, en el asiento de copiloto. Antes de irme al mío, rodeé su cara con las manos, viendo como se esforzaba en regalarme una amarga sonrisa.

-Te pondrás bien, ¿vale? ¿eh?...

No me oyó.



...
Aquí el final del Capítulo 1: El único día que aún recuerdo, ¿qué os ha parecido? a mí, que es muy corto, y como tengo la continuación ya hecha, la subiré pronto.
Darme vuestra opinión :3
Siguiente capítulo: Cuando la tormenta no amaina.
¡Gracias por leer! ^^ (y por comentar e.e)

2 preciosos comentarios:

Sweet dreams. dijo...

No tengo palabras, simplemente que... !Subas ya el siguiente capítulo!
Me encanta como escribes.

Lúcida dijo...

Lo mismo digo, gracias ^^
Lo subiré prontito, ya lo tengo hecho, muchas gracias por comentar ^^

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