sábado, 24 de abril de 2010

DULCES SUEÑOS

  
¡Al fin! Otra actualización, me vino la inspiración y dejé todo de lado para ponerme a escribir. Aunque como siempre, al releerla no me convence, espero que a vosotros sí. Esta vez de terror psicológico...(o al menos esa era la intención ;D), bah, seguramente este no sea mi género...
En fin, dejo ya de autocriticarme, y os dejo ese privilegio a vosotros (xD), ala, a leer:

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DULCES SUEÑOS




-¿Mamá?-dijo otra vez.

Las paredes de ese oscuro e interminable pasillo hacían eco de sus palabras, sobrecogedoramente siniestras, pensó. ¿Dónde estaba su madre? ¿Por qué se había despertado completamente sola? Agarraba fuertemente su perrito de peluche, su perro guardián, que le protegería de cualquier cosa.

Tenía miedo. Parecía que en cualquier momento de su larga travesía las paredes de ese pasadizo, que se parecía sospechosamente al que había en su casa, se cerrarían en torno a ella, dejándola sin salida y con la obligación de darse la vuelta, afrontar a la sombra que sin duda le llevaba siguiendo desde el principio. ¿Por qué tenía la extraña sensación de que todos los cuadros la miraban a ella? Apretó más, si cabía, a su perrito contra ella. Pero no se detuvo en ningún momento.

-Mamá… ¡Mamá!- empezaba a impacientarse, y su voz ahora sonaba como un leve y aterrorizado quejido. Las lágrimas luchaban por aflorar, y la pequeña seguía sin encontrar el final de aquel pasillo que recordaba como más corto.

Tenía tanto miedo que empezó a caminar con los ojos fuertemente cerrados, haciendo que las lágrimas corrieran por sus mejillas. Pero no se chocaba con nada, y eso era extraño, porque su pasillo siempre había estado lleno de trastos que ella dejaba tirados y olvidados por cualquier sitio. Con una curiosidad totalmente fuera de lugar, abrió los ojos. Y entonces fue cuando sintió el frío tacto entre sus brazos. Su perrito había desaparecido, y lo que ahora apretaba fuertemente era la muñeca de porcelana de su madre, la que tanto repelús le daba, y que recordaba haber pedido numerosas veces que se retirara de su habitación. Pero le notó enseguida algo extraño. Algo fuera de lugar. Y no fue la grieta que le cruzaba la cara desde el ojo izquierdo hasta el cuello, sino el azul claro que ahora poseían sus ojos de cristal y sin vida, el color que tanto le había fascinado al mirar a su mamá. Pero ese no era el único detalle…El peinado que lucía la muñeca era, sin duda, el de su madre.

Le faltó el aire. Estaba tan aterrorizada como dejaba ver su mueca de pánico, y el corazón luchaba desesperadamente por salir de la pequeña cavidad que lo apresaba en su pecho.

Gritó. Gritó como nunca lo había hecho.

Arrojó con fuerza la muñeca al suelo, abandonándola boca abajo en su desesperada huída. Sin detenerse a mirar como sus rubios cabellos se esparcían por el suelo, tintándose de un extraño color carmesí que brotaba de ella. Brotaba y brotaba, inundándolo todo.

-¡¡Mamáaa!! ¡¡Mamáaa!!- chillaba ahora con más fuerza, ahogándose en su propio llanto mientras luchaba por salir de allí, fuera donde fuese que estaba. Sin abrir sus azules orbes.

Se tropezó, cayendo abruptamente al frío suelo de madera, que solía ser cálido y agradable, como las demás cosas que ahora la atemorizaban. Lo supo desde el principio, había tropezado con algo. No quería mirar, girar la cabeza apenas unos centímetros. Pero una imperiosa necesidad invadió su cuerpo, haciendo que este actuara por sí solo. Sintió algo gélido en el tobillo, que lo apresaba. Estaba segura de lo que era, aun así se giró, gimiendo desconcertada al encontrarse con que allí no había nada ni nadie. Retrocedió lentamente sin levantarse, arrastrándose hasta una pared y apoyándose en ella. Se frotó el tobillo con una mano, y al mirarla…vio una mancha de sangre en ella, pero…esa sangre no era suya…

Enterró su cabeza entre las rodillas, sujetándosela con las manos, que enterraba en sus finos y rubios cabellos, manchando en el proceso algunos con el rojo líquido. Lloraba a moco tendido, y conservaba todas sus energías en pronunciar una especie de fórmula mágica.

-Quiero salir de aquí, quiero salir de aquí, quiero salir de aquí…



Un tierno beso en la frente, y después una cálida mano se posó en ella. La niña abrió los ojos, un poco húmedos.

-Chhhhssssss, ya estoy aquí cariño, tranquilízate….-una amble sonrisa, unos ojos preocupados…Su mami estaba al fin con ella.

-Mami…-dijo en voz bajita, mientras esta le retiraba el sudor con un pañuelo. Al fin estaba allí, con ella, cuidándola como siempre lo hacía. Cuanta fue la satisfacción que sintió cuando su madre la abrazó, meciéndola suavemente.

-Ya he vuelto, no me volveré a ir, te lo prometo…-dijo, tiernamente, pero la pequeña Sara dudó de esa promesa, que tantas otras veces había escuchado. Al fin y al cabo, era totalmente consciente de que se tenía que ausentar de vez en cuando por trabajo, se sentía tan egoísta…

Su mami permaneció con ella toda la noche, mimándola y tranquilizándola, después de haber retirado la muñeca de porcelana y haberla guardado al fondo de su armario. Hasta que Sara se volvió a dormir, con un pensamiento flotando en el aire.

¿Cuál de los dos era el sueño?



...
Creo que el título da bastantes pistas sobre el final, se me ocurrió a última hora, y pensé: ¡Anda!, así que lo dejé de esa manera. De todas formas, como siempre, si no se entiende bien...pues a preguntar, que aunque no lo creáis me estáis ayudando de esa manera.
¡Saludos agradecidos! ^^

domingo, 18 de abril de 2010

DEFINITIVAMENTE ADIÓS

Una de las peores cosas que te pueden sucerder en la vida, desde mi punto de vista, es decirle un adiós definitivo a una cosa sin la que puedes vivir. Pues bien, pensando sobre el tema, nació este one-shot, hace ya bastante tiempo, pero que me animo a publicar ahora. Es de los pocos que al releerlo pienso: "Aiis, que bonito", quizás sea únicamente porque yo vuelva a sentir lo que sentí al escribirlo, en fin, espero que haya alguien que lo disfrute igual que yo.
Pero hay más, ya que Guadix, mi inestimable camarada, le dio una continuación sorprendente, que animo a que leáis en su blog: http://thetrushworld.blogspot.com/ Risas aseguradas.
Sin más, aquí un torbellino de viejos recuerdos:
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DEFINITIVAMENTE ADIÓS

Froto mis sienes, atormentadas por un intenso dolor, hace que solo quiera desaparecer. Respiro, llenando mis pulmones de aire, un aire impuro, mezclado con el adictivo y venenoso olor del tabaco, que contamina cada rincón de mi cuerpo. Mi mano reposa sobre una botella de whisky, ya casi vacía, no logro recordar como acabó ahí, ni siquiera el paradero del contenido que le falta. No abro los ojos, no pienso hacerlo, me niego, aunque parezca infantil, a observar el lamentable estado del que un día fue nuestro pequeño escondite…y así es como vuelvo a pensar en ti.


Recostado sobre el malgastado sofá (que años atrás recogí de la basura) pienso, pienso en ti, pienso en lo que fuiste y en lo que eres, y también en como sucedió todo, en los afilados cristales que rompiste, en las pequeñas lágrimas de sangre que se deslizaban por tu piel. De hecho, pienso la mayor parte del tiempo en ti, las horas se consumen, al igual que mis cigarros, pensando en ti. Tumbado en este viejo y andrajoso sofá, o simplemente tirado en el hostil suelo de madera, pero pensando en ti. Así es, ya no como, ya no bebo (al menos agua…), y lo mejor de todo, ya no lloro. Porque no tengo ninguna lágrima más en mi malgastado cuerpo, y si la hay no se atreve a salir por mis irritados ojos, profundamente marcados por las ojeras que demuestran que ya ni duermo, y es que tu recuerdo me quita el sueño. Mi vida ha vuelto al momento antes de conocerte, cuando no vivía, y cualquiera que dijera lo contrario es que entiende por vivir a el mero hecho de oír latir un cansado corazón, un corazón sin ilusión, que late por inercia.

De vez en cuando se deja caer por aquí algún viejo conocido. No suele ser muy agradable la visita, la mayoría de veces no sé ni quién me habla, y cada vez que oigo golpear la puerta pronuncio tu nombre, sin esperanzas, pues aun recuerdo tan bien tu forma de llamar. La mirada de tristeza que me suelen dedicar va algo más allá de la simple compasión, me hace sentir culpable, pero yo no tengo la culpa de que se me esté tragando este abismo…

Y así pasan los días, no suelo abandonar nuestro refugio, tan solo para reponer mis reservas de alcohol y tabaco, necesito pudrirme por fuera tanto como lo estoy por dentro.

El otoño al fin me ha saludado, y ha tintado de tonos ocres los árboles por donde escalábamos de pequeños…sí, lo recuerdo tan bien…recuerdo cada momento que pasamos juntos, y vivo de ese recuerdo, de esta dulce agonía que es no tenerte a mi lado, sin poder apartar de mi mente tu carita de ángel, solo quiero morir…

Te prometí que no lo haría, supongo que recordarás, y me es imposible romper una promesa que te hice a ti, así que confío en que fumar mate, como rezan las cajetillas que se esfuman en cuestión de horas por mis labios

...mis labios..los acaricio, sintiendo de nuevo tu presencia.

Y así es como en cuestión de segundos tu recuerdo se hace más ardiente, más presente, casi lo toco, repasando mentalmente como te quitaba la camiseta, siempre tan blanca e impoluta, de niño que nunca había roto un plato, y te tumbaba en el mismo sofá en el que ahora me encuentro, entre besos, caricias, y alguna que otra promesa de amor. No, no quiero recordar tus promesas de amor, no quiero recordar como acariciabas mi oído con el aire que salía de tu boca, prometiendo, jurando en vano que el invierno nos vería juntos, en invierno de tu decimoctavo cumpleaños, en el que nos iríamos lejos.

Faltan dos meses, pero la confianza que tenía en tu regreso ha desaparecido, y de ella solo quedan los restos de la que fue en su día. Después de tu adiós, aquella despedida en la que palabras sobraban, de todas formas, tu mirada me hubiera dejado sordo de haberlas, sí, la misma que chillaba desesperadamente que fuera tras de ti, que no te dejara escapar, pero ya te ibas, me dejabas solo, para siempre, ya que sabías que nadie me haría dejar de estarlo.

Fuiste consciente del momento exacto del boom, en el que todo se rompió, sin máquina del tiempo para retroceder. Y te fuiste, llevándote contigo el aire que respiraba…
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Bueno, tal vez no haya sido para tanto...Pero a mí me sigue transportando a esa caballa de madera desvencijada cada vez que lo leo, y con eso me basta.
Ya se sabe, pero por los despistados, recuerdo que las opiniones de los demás son muy importantes, y que los coments se hacen querer, así que si tenéis unos segundos...
Y no olvidar pasearos por el blog de Guadix, que tarde o temprano subirá su "peculiar" continuación.
¡Gracias por leer!

jueves, 8 de abril de 2010

"Aprender a nadar"

Bueno, después de BASTANTE tiempo desaparecida (supongo que ya no valdrán escusas de extraterrestres secuestradores, mejor ni lo intento...)aquí he vuelto, al blog de mis cuatro gatos preferidos. Esta mini historia, (también sentimentalista (como no =.=U) y con un final que no me acaba de gustar TT^TT) se la dedico a Alicia, por mentir tan bien y por hacer caso a mis exigencias de escribir más, con agradables resultados, dicho sea de paso. :D
Antes de nada, estaré enternamente agradecida a la persona que se moleste en leerla entera (aunque esta vez también me salió corta...), y vamos, si comentas ya es para hacerte un altar...(xD)
Sin más chorradas (no dormir me afecta...)aquí la "cosa" ^^:
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APRENDER A NADAR


Se sentía mal, angustiada, y en esos momentos nada podía detener a la irritable fiera que parecía habitar en su estómago, haciendo profundos estragos en él. Y es que no lo encontraba, no había ni rastro, y eso que estaba segura de haberlo buscado por todas partes. No podía ser ¿dónde se había escondido? Debajo de las piedras miraría, pero a falta de rocas a las que interrogar, solo pudo sentarse derrotada en el borde de su cama y pensar, repasar mentalmente uno a uno los sitios donde había rebuscado. Pero, como siempre, nada de nada, y el sentimiento que ascendía lentamente, propagándose desde el estómago, parecía aprisionar ya su pequeño corazoncito.

Intentó agarrarse el pecho, reteniendo entre sus manos únicamente una arrugada camiseta. ¿Qué se hacía en estas ocasiones? Ella era joven, y aun no había vivido lo suficiente para saber el modo de actuar, por otra parte, no tenía al alcance a ninguna persona mayor que pudiera guiarle en este amargo episodio. Porque ese era el sabor que no lograba desprender de su paladar. Amargo. Amargura. ¿Por qué diantres no lograba dejar de llorar?

Ah, sí, ya lo recordaba: porque no lo encontraba. No encontraba ese sentimiento que antes la llenaba, acaparando para él solito el espacio que correspondía a otros, ahora muy lejos de allí. No encontraba su calidez, su débil rubor, su canto de ave, su nostalgia, su murmullo. Pero si encontraba el vacío que había dejado al abandonarla. Encontraba otros sentimientos que no habían tardado en parasitarla después de su marcha. Por desgracia estos no le agradaban, eran de los malos, de los que no te hacen sentir bien.

Se atemorizó en el momento en el que se descubrió preguntándose en voz alta “¿Qué hago yo aquí?”… Un vacío indescriptible comenzó a engullirla cuando se supo incapaz de responder.

Abrazó fuertemente su almohada, y se acurrucó debajo de demasiadas sábanas. Cerró los ojos, débilmente, lentamente, como si no quisiera abandonar la superficie de un inmenso océano. Él lucha por tragársela. Siempre está luchando.

Ya no buscaba, se había cansado, sin fuerzas, abatida, dejó deslizar sus lágrimas libremente por la superficie de su cara, que empezaba a volverse pegajosa. Y aquel sabor salado fue el que le hizo recordar que estaba siendo engullida a las profundidades de un océano del que no iba a salir. Pero le dio igual, totalmente y dementemente igual.

Aun hoy, sigue buscando un flotador, un pequeño velero o una deshabitada isla que le devuelva en pequeñas porciones la esperanza que un día quemaron delante de sus narices. Cada sonrisa, cada gesto amble o cada flor que crece inmune entre la basura le permiten emerger, respirar unos segundos, y empaparse de una luz cegadora, sin poder disfrutar del todo, sabiendo que no está demasiado lejos de volver a sentir en su piel el frío tacto de las olas rompiendo contra su alma. Acurrucarse no le servirá de mucho esta vez, pero le es inevitables hacerlo.

Ese océano nos persigue a todos, solo hay que saber salir a flote, aprender a nadar…

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Espero como siempre que se haya entendido bien, de todas formas, cualquier duda se pregunta, dejando atrás vergüenzas, ¿eh? Que seguramente la culpa es mía por hacer cosas tan raras con las palabras xD
Ya sabéis, quién quiera un altar...a comentar! -^^-