¡Al fin! Otra actualización, me vino la inspiración y dejé todo de lado para ponerme a escribir. Aunque como siempre, al releerla no me convence, espero que a vosotros sí. Esta vez de terror psicológico...(o al menos esa era la intención ;D), bah, seguramente este no sea mi género...
En fin, dejo ya de autocriticarme, y os dejo ese privilegio a vosotros (xD), ala, a leer:
...
DULCES SUEÑOS
-¿Mamá?-dijo otra vez.
Las paredes de ese oscuro e interminable pasillo hacían eco de sus palabras, sobrecogedoramente siniestras, pensó. ¿Dónde estaba su madre? ¿Por qué se había despertado completamente sola? Agarraba fuertemente su perrito de peluche, su perro guardián, que le protegería de cualquier cosa.
Tenía miedo. Parecía que en cualquier momento de su larga travesía las paredes de ese pasadizo, que se parecía sospechosamente al que había en su casa, se cerrarían en torno a ella, dejándola sin salida y con la obligación de darse la vuelta, afrontar a la sombra que sin duda le llevaba siguiendo desde el principio. ¿Por qué tenía la extraña sensación de que todos los cuadros la miraban a ella? Apretó más, si cabía, a su perrito contra ella. Pero no se detuvo en ningún momento.
-Mamá… ¡Mamá!- empezaba a impacientarse, y su voz ahora sonaba como un leve y aterrorizado quejido. Las lágrimas luchaban por aflorar, y la pequeña seguía sin encontrar el final de aquel pasillo que recordaba como más corto.
Tenía tanto miedo que empezó a caminar con los ojos fuertemente cerrados, haciendo que las lágrimas corrieran por sus mejillas. Pero no se chocaba con nada, y eso era extraño, porque su pasillo siempre había estado lleno de trastos que ella dejaba tirados y olvidados por cualquier sitio. Con una curiosidad totalmente fuera de lugar, abrió los ojos. Y entonces fue cuando sintió el frío tacto entre sus brazos. Su perrito había desaparecido, y lo que ahora apretaba fuertemente era la muñeca de porcelana de su madre, la que tanto repelús le daba, y que recordaba haber pedido numerosas veces que se retirara de su habitación. Pero le notó enseguida algo extraño. Algo fuera de lugar. Y no fue la grieta que le cruzaba la cara desde el ojo izquierdo hasta el cuello, sino el azul claro que ahora poseían sus ojos de cristal y sin vida, el color que tanto le había fascinado al mirar a su mamá. Pero ese no era el único detalle…El peinado que lucía la muñeca era, sin duda, el de su madre.
Le faltó el aire. Estaba tan aterrorizada como dejaba ver su mueca de pánico, y el corazón luchaba desesperadamente por salir de la pequeña cavidad que lo apresaba en su pecho.
Gritó. Gritó como nunca lo había hecho.
Arrojó con fuerza la muñeca al suelo, abandonándola boca abajo en su desesperada huída. Sin detenerse a mirar como sus rubios cabellos se esparcían por el suelo, tintándose de un extraño color carmesí que brotaba de ella. Brotaba y brotaba, inundándolo todo.
-¡¡Mamáaa!! ¡¡Mamáaa!!- chillaba ahora con más fuerza, ahogándose en su propio llanto mientras luchaba por salir de allí, fuera donde fuese que estaba. Sin abrir sus azules orbes.
Se tropezó, cayendo abruptamente al frío suelo de madera, que solía ser cálido y agradable, como las demás cosas que ahora la atemorizaban. Lo supo desde el principio, había tropezado con algo. No quería mirar, girar la cabeza apenas unos centímetros. Pero una imperiosa necesidad invadió su cuerpo, haciendo que este actuara por sí solo. Sintió algo gélido en el tobillo, que lo apresaba. Estaba segura de lo que era, aun así se giró, gimiendo desconcertada al encontrarse con que allí no había nada ni nadie. Retrocedió lentamente sin levantarse, arrastrándose hasta una pared y apoyándose en ella. Se frotó el tobillo con una mano, y al mirarla…vio una mancha de sangre en ella, pero…esa sangre no era suya…
Enterró su cabeza entre las rodillas, sujetándosela con las manos, que enterraba en sus finos y rubios cabellos, manchando en el proceso algunos con el rojo líquido. Lloraba a moco tendido, y conservaba todas sus energías en pronunciar una especie de fórmula mágica.
-Quiero salir de aquí, quiero salir de aquí, quiero salir de aquí…
…
Un tierno beso en la frente, y después una cálida mano se posó en ella. La niña abrió los ojos, un poco húmedos.
-Chhhhssssss, ya estoy aquí cariño, tranquilízate….-una amble sonrisa, unos ojos preocupados…Su mami estaba al fin con ella.
-Mami…-dijo en voz bajita, mientras esta le retiraba el sudor con un pañuelo. Al fin estaba allí, con ella, cuidándola como siempre lo hacía. Cuanta fue la satisfacción que sintió cuando su madre la abrazó, meciéndola suavemente.
-Ya he vuelto, no me volveré a ir, te lo prometo…-dijo, tiernamente, pero la pequeña Sara dudó de esa promesa, que tantas otras veces había escuchado. Al fin y al cabo, era totalmente consciente de que se tenía que ausentar de vez en cuando por trabajo, se sentía tan egoísta…
Su mami permaneció con ella toda la noche, mimándola y tranquilizándola, después de haber retirado la muñeca de porcelana y haberla guardado al fondo de su armario. Hasta que Sara se volvió a dormir, con un pensamiento flotando en el aire.
¿Cuál de los dos era el sueño?
...
Creo que el título da bastantes pistas sobre el final, se me ocurrió a última hora, y pensé: ¡Anda!, así que lo dejé de esa manera. De todas formas, como siempre, si no se entiende bien...pues a preguntar, que aunque no lo creáis me estáis ayudando de esa manera.
¡Saludos agradecidos! ^^